sábado, 19 de febrero de 2011

Claman al cielo y a Cultura por la restauración del Puente Mocho

de cinco años en espera de una intervención urgente que nunca llega. El invierno de 2010 todos lo recordamos pasado por agua, un período catalogado como el más lluvioso de los últimos 25 años. En alguna ocasión este puente romano llegó a cubrirse totalmente por la crecida del río Guadalimar, acelerando su estado de quebranto. Desde la Plataforma para la Recuperación del Patrimonio, surgida con este fin principal, se insta a las administraciones competentes a que procedan y coordinen de forma inmediata responsabilidades y esfuerzos para solucionar la grave situación en la que se encuentra el Puente Mocho. Por eso exigen que se emprendan las acciones oportunas para detener el proceso de ruina en el que se encuentra, peligrando gravemente su configuración estructural. Igualmente solicita que se tomen las medidas necesarias para el estudio y catalogación de dicho bien.
Recogida de firmas
Esta plataforma ha iniciado un proceso de recogida de firmas solicitando a las administraciones la rápida intervención en esta joya de piedra, debido a su grave deterioro. Las hojas de firmas se pueden encontrar en el Ayuntamiento de Beas de Segura, el estanco, la imprenta, en los bancos y también en los Ayuntamientos de Sorihuela del Guadalimar y Chiclana de Segura. El grupo se ha creado con el fin de colaborar, aunando esfuerzos, para lograr un objetivo claro y concreto: la restauración urgente del Puente Mocho, su catalogación y puesta en valor. Hace unos días un equipo multidisciplinar de trabajo efectuó, de forma voluntaria, un estudio técnico de evaluación de daños. Además de analizar el deterioro material del puente, se ha realizado un estudio de entorno. El equipo ha manifestado la urgente necesidad de llevar a cabo un plan de actuación integral en el viaducto y su entorno próximo, considerado de alto valor, tanto histórico como artístico, natural y etnográfico.
Este puente romano, de los siglos II-III, sobre el río Guadalimar, se sitúa entre los términos municipales de Beas de Segura y Chiclana de Segura, siendo el enlace histórico de las comarcas de Segura y el Condado. La estructura es de grandes dimensiones distinguiéndose dos cuerpos bien diferenciados: el principal está compuesto por dos ojos con arco de medio punto y resortes a sus lados en los que van incorporados otros dos ojos de emergencia; el secundario estaba preparado para las ocasionales avenidas del río y está compuesto por otros dos ojos principales, aunque de menor tamaño.
La Sierra de Segura fue, durante la época romana, un importante paso de caminos que comunicaba el suroeste peninsular con el Levante a través del valle del Guadalimar y la meseta con el sur a través del valle del Alto Guadalquivir. De ahí que queden numerosos restos de infraestructura viaria, entre los que destacan puentes y calzadas romanas. La construcción, con un aparejo de grandes sillares colocados a cuerda y tizón, denota una gran perfección técnica con la que se consigue un resultado de gran solidez como demuestra la pervivencia del puente hasta nuestros días. Estrabón ya mencionaba una bifurcación de la Vía Augusta antes de llegar a Cástulo que salvaba el «Saltus Castulonensis» y que puede coincidir con el emplazamiento del Puente Mocho; en cualquier caso, por su posición, conforma el centro de un cruce de caminos entre Cástulo, Guadíx, Cartagonova por la Sierra de Segura y Saetabis que justificaba la magnitud de la obra. El puente ha seguido en uso hasta hace poco, sirviendo para el paso de vehículos.
Trashumancia
La trashumancia Sierra de Segura-Sierra Morena se resume en estas cifras: 24.054 ovejas, 717 carneros, 2027 cabras, 124 machos cabríos, 903 vacas, 25 caballos, 1 burro y 1 mula. En total 28.502 animales cruzan dos veces al año el Puente Mocho para realizar la Vereda por una Cañada Real; o sea que, multiplicado por 2, nos dan 57.004 cabezas de ganado que anualmente transitan por este paso en busca de pastos mejores, significando el corredor verde más activo de toda Andalucía; además de los ganaderos locales de Beas que habitualmente pasan por él. Si el puente se hunde, la trashumancia peligra y, con ella, el futuro de dos comarcas en las que la ganadería trashumante juega aún un importante papel.

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